Bin Laden, el cavall, etcètera

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Ana, cariño, envíale a Garzón una tarjeta de mi parte que diga algo así como Garzón eres el mejor. Pero usa un lenguaje seco, marcial. No le añadas abrazos ni enhorabuena. Una tarjeta de puro trámite ¿me explico? Éste es de los que se apuntan a un bombardeo con tal de salir en la foto. Que me lo conozco, Ana, que me lo conozco. Te pongo en antecedentes: hete ahí que George y yo metemos a trabajar conjuntamente a la CIA y a los Migueletes en el asunto del terrorismo internacional, y después de un estudio tan extenso que ni el perrito del Scottex lo desenrolla, se llega a la conclusión de que Bin Laden se esconde en algún lugar del mundo. Cuanto te digo es rigurosamente cierto, cariño, y tengo que pedirte que no lo divulgues porque los secretos de Estado no se venden en botica. Pues bien, ahí tienes al Supergarzón diciendo públicamente que le ha localizado en el mercadillo de Carabanchel Alto, a Bin Laden, y que va a empapelarlo por dedicarse a la venta ambulante de calcetines sin disponer de licencia municipal. ¿Que no ha dicho exactamente eso? Así me lo ha vendido Acebes, y mira que el chico más que decir, muele las palabras, pero asimismo se da a entender. Conque ya me dirás. Que me vigile al Barça, Garzón, que ahora a Laporta le ha dado por lo catalán en plan almogávar, pero que deje de fisgonear en los asuntos internacionales que están muy bien en mis manos. Por cierto, lo de Gaddafi, un éxito. Le traigo unas mantecas de Astorga y me corresponde con un caballo. Se lo dije a Ana Palacio. «Mira, Anita, le dije, prueba a darles un espejito e igual te obsequian con un musulmán de uno noventa y ojos azules». Y lo hace, ya lo creo. Así que no la ven los de la prensa, por aquello que no digan que negocia con la guerra, se saca un espejito del bolso y tienta la suerte. Inútilmente, lo siento por ella. Sólo ha conseguido un conejo, algún pollo... Lo del caballo es un obsequio que se me hace como jefe de Estado. Aunque, presta atención, Ana, las cosas no suceden porque sí. El gran flagelo de los moros fue El Cid. Y Babieca fue su símbolo. Hete ahí que Gaddafi me regala el jaco más veloz del desierto en prueba de vasallaje. ¿Y eso...? Pues que El Cid actual soy yo. No hay otra lectura, Ana. Y los moros lo saben. Los caudillos montan a caballo, fíjate en don Francisco que siempre montó un caballote de piedra. ¿Qué dices? ¿Que te suba a la grupa y te lleve a cabalgar? Más adelante, Ana, cuando el animalito se adapte al trote de Paquito el Chocolatero. De momento le sobra una pata, porque le dices arre caballo y se planta en Sevilla por delante del Ave. Y a mí, Ana, no me asusta la velocidad, bien sabes las virguerías que hacía con la Vespa por las calles de Burgos; pero, atiende, igual en vez de tomar hacia el sur enfila la carretera del norte y nos plantamos en Bilbao a la hora de los chiquitos. ¿Y qué? ¿Cómo, y qué? Pues igual al vernos así, montando por las rías como si estuviéramos en el Real de la Feria, nos toman a chirigota. ¿Que partiendo de Madrid todo es España hasta llegar al mar? Sí, sí, cariño, ya lo sé, pero los vascos son muy cabezones y todos los Francisco son Patxi, no hay ningún Curro. Tenlo presente, por algo será. E insisto: ¿y si me faltan? Ya sabes, a mí que no me falten, que desmonto y le soplo cuatro ostias al primero que me reta. Y al segundo. Y al tercero. Ya debiera haberlo hecho, pero, claro, luego los curillas rojos faltan a la verdad, y de mis cuatro ostias Arzalluz iba a hornear panes para todo el pueblo. O Ibarretxe. Que menudo pilluelo está hecho el tal Ibarretxe. Helo ahí, comiéndose el alpiste de los españoles en la Zarzuela para al día siguiente venirnos con su proyecto secesionista. ¿Qué dices, Ana? No insistas, cariño, ahora no es el momento adecuado para echarnos una galopada. 'Si pasaríamos por la Puerta del Sol a las diez y media y estaríamos en Bailén media hora antes! No, no: a este jaco se lo cedemos a don Àngel Peralta para que le españolee los andares. Y un aviso: Anita y Alejandrito que no se le arrimen ni para suministrarle su dosis de alfalfa. Los caballos de verdad cocean, no son como Platero, todo tripita. ¿Que podría domarlo, yo? Por supuesto, Ana, pero no dispongo de tiempo. 'Con lo que me gustaría! Recuerda que el poeta dijo aquello tan graciosillo de blando con las ortigas/ duro con las espuelas. Y se refería a mí, seguro. Al menos así me lo ha confirmado Pilar del Castillo, que de literatura sabe mogollón. Por cierto, para el reportaje montando que me quieren hacer los chicos de la prensa, convendría que les dijeses a los jugueteros de Alcoi que me hagan una réplica de cartón del caballito. Lo sugiero, para facilitar el trabajo a los fotógrafos, porque sino me monto a pelo, no veas. Pero si el caballito se está quieto, podré adoptar posturas diversas. O sea, lanceando al moro, poniendo rejones a dos manos, o chuleándome en la montura como Jorge Negrete en «Jalisco nunca pierde». Lo importante es que Chirac i Schröder comprendan que por mucho que se repartan pimientos y berenjenas entre ellos, Europa ha de contar con España y en España hay un caudillo invicto. Por cierto, Ana Palacio ha tenido la espléndida ocurrencia de traerse a Madrid una parejita de iraquíes. Será para el 12 de Octubre. Ya sabes, los Reyes en su trono y Monseñor Rouco cristianizando a los moritos. Fraga dice que hay que hacerles venir con taparrabos, como a los indios que se trajo Colón de América. Pero no. No, no, Ana: por supuesto que le he dicho que no. Y tampoco llevarán grilletes. Cuando le he ordenado a Ana Palacio que nada de grilletes, me ha preguntado qué pasará si echan a volar. «Mujer, por Dios, los musulmanes no vuelan», le he respondido. «¿Ah no? -me ha replicado cariacontecida- Pues ¿por qué en Guantánamo los tienen en jaulas?». Casi me arranca la carcajada. Es una tontina.