El llibre de Roger Buch, '100 motius per a ser independentista', forma part de la col·lecció de Cossetània Edicions De Cent en Cent. Amb un format molt agradable per a la lectura ens serveix, esquemàticament, una tria de cent motius per a ser independentista. N'hi ha molts més.
Al llarg del llibre hi trobareu motius molt racionals, amb dades contrastades i altres de més sentimentals o simbòlics, impossibles de traduir en xifres o dades, però igualment importants.
«Que serveixi aquest llibre per fer un viatge als arguments d'aquest moviment únic a Europa que s'expressa de manera cívica amb un somriure» desitja en la introducció Roger Buch i, efectivament, l'autor ha sabut encomanar aquest aire de permanent somriure i optimisme que ell desprèn.
Un llibre per analitzar 100 importants raons per ser independentista i per reflexionar quines són les nostres pròpies raons.
Hemos de cambiar el chip que llevamos desde 1978: A los que buscan la destrucción de España no hay que contentarlos, sino derrotarlos:
Nuestra finalidad ha de ser asegurar la unidad de las tierras de España, protegiendo su diversidad regional como fuente de dicha unidad.
No debe actuarse como reacción a la voracidad secesionista –a remolque de su agenda, contentándolos–, sino presentando un proyecto propio e ilusionador de España. Marcar agenda propia.
El nacionalismo catalán actual es artificial, estandarizado y subvencionado. Es una construcción descendente, creada por el poder político nacionalista que manipula a la sociedad para construir una nueva nación mediante el control de la educación y los medios de comunicación; y no una reclamación popular mayoritaria. En consecuencia:
Devolver competencias de educación a la Administración central del Estado.
Prohibir las subvenciones públicas a los medios de comunicación.
Frente a la nación imaginada de los nacionalistas (imagi-nación), mostrar la riqueza y puntos fuertes de la nación real (España). Frente cultural.
Dejar de subvencionar entidades secesionistas, y de ningunear y acosar a las no-secesionistas en Cataluña. Por parte, incluso, de “Madrid”. El secesionismo, sin dinero público, se diluirá.
Apoyar (o al menos no entorpecer) a los grupos no-secesionistas de Cataluña (grupos culturales, sociales, partidos políticos).
Combatir (o al menos no apoyar) a los grupos secesionistas.
Cuando el Rey venga a Cataluña, podría tener el detalle de reunirse también con los catalanes que nos consideramos españoles, y no sólo con los voraces secesionistas. Esta actitud del Rey alimenta aún más la radicalidad secesionista.
Dinero público financia la secesión a través de entidades ultrasubvencionadas.
No alimentar aún más el nacionalismo mediante nuevas cesiones, sino desintoxicarnos de nacionalismo y, así, regenerar España.
Es posible crear una mayoría política no-secesionista en el Parlamento de Cataluña. Sólo hay que cambiar el paradigma “desde Madrid”: no contentar a los nacionalistas, sino tener voluntad de derrotarlos.