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Monòleg de la mar (Josemari&Ana)

Mira, Ana, las aguas andan removidas. Y habré de tomármelo con la serenidad de los Austria, porque está visto y comprobado que no se puede luchar contra los elementos. ¿Que en quince días se nos ha puesto el marisco moreno? Ya. No lo niego. Pero peor le fue a Felipe II, que la mar se le llevó una escuadra y aún así conservó el imperio. Claro que en aquel entonces las madres españolas no se habían entregado al amargo placer de parir rojos y ahora, ve y mira, háylos por todo. Y van a por mí, los rojos. Que me los veo venir, Ana. Que si no voy a Galicia, que si no me asomo al Atlántico. Pues faltaría más, Ana. Me planto en Galicia, ya lo creo. Ahí me tenéis. Pero, no esperéis locuras de mí. Faltaría más. Ni yendo de la mano de Jesús atravesaba yo ni que fuera un charco. Eso sí, explicaciones voy a dar las que sean necesarias. ¿Responsabilidades? No aceptaré ni una. Conste, Ana: ni una. Le he explicado a Rajoy lo de los elementos y de seguida he percibido su alivio. Y es que he llegado a una conclusión cierta, Ana. Me ajusto en la cabeza la cacerola de los macarrones y, anda, ya estoy listo para liarme a tiros con el enemigo que sea. En cambio, con los elementos no hay quien pueda. Fíjate en la que me acaba de jugar George, menudo elemento. Le digo, voy al abordaje del So"San que igual transporta cacahuete y pepita de girasol calaforniano, y me responde oh yes, Kosemeri, very good baing, baing, indios Minesotta robar mi gellinas. Ya sabes, con esta jerga castellana que él emplea. Y después de coronar una victoria básica, pues no tronchábamos al enemigo en la mar desde el desembarco de Alhucemas, se me sale con un no good y con que devolvamos los misiles Scud al Yemen, porque él ya tiene de éstos y no quiere repes. ¿Qué dices, Ana? ¿Que no sabías que los indios tuvieran barcos de guerra? Natural que no los tienen. Los indios tienen caballos y búfalos. Recuérdalo: todos los tebeos sobre el salvaje Oeste insistían en lo mismo. Lo que pasa, es que los americanos tienen adquirido el compromiso histórico de derrotar a los indios, como nosotros a la rojez, y todo lo que se les pone enfrente es un enemigo con plumas. Pero, lo que te decía, Ana. Los dos cañonazos que metimos a los norcoreanos supusieron nuestra consolidación como potencia naval. Ya sabes, los españoles tenemos vocación marinera, pues ya me dirás ¿qué castellano viejo no ha cazado ranas en las charcas? Sin ir más lejos: el imperio nos llegó por mar. Tu que eres una experta en lectura, debes de estar enterada de qué va eso. Anda, ojea un libro cualquiera. Ya sabes: con diez cañones por banda/ viento en popa a toda vela/ no corta el mar, sino vuela/ un velero bergantín, etcétera, etcétera". Recito de memoria, para que veas que ni en medio del oleaje descuido mis lecturas. La poesía tiene enjundia y es hermana de la espada. Te lo expresaré con un pensamiento profundo: tanto la poesía como la espada hacen que el hombre se sienta libre. ¿Que con el hacha también puede sentírselo? Ana, por Dios, solo el vulgo blande hacha. ¿Sabes lo que pienso? Que será mejor que aparques indefinidamente la oferta de Gallardón, porque una primera dama tiene que mirar pasar la vida desde el balcón, no charloteando en la acera con la portera. Fíjate, con sólo intuir que van a hacerte madrina de los asuntos sociales, te vulgarizas hasta el punto de confundir a un gañán que va al monte a por leña con un caballero que usa florete. Y no estés de morros por un regañina de nada, mujer, que lo hago por tu bien, que solo busco tu proyección internacional. Además, hazte cargo de mi nerviosismo. Estoy rodeado de agua por todas partes y, eso, sin salirme de Madrid. Fíjate si es alarmante la cosa, porque la mayor porción de agua que se ha visto aquí, ha sido la que cabía en la jofaina del profesor Tierno cuando se mojaba los pies para aliviarse de los calores de agosto. Matas no me ha solucionado lo del Ebro. Mira que se lo tengo dicho: Jaime, déjate de echar patitos en Ruidera, y no te confíes en el Ebro porque, cuando la Cruzada, fue ahí en donde los rojos se hicieron fuertes. Pues nada, él a lo suyo, a sus patitos. Vete a saber en dénde estaba cuando lo del Prestige. Para colmo, Fraga había abandonado su torreón de mando y hallábase de cacería. No lo acuso de nada, no. Pero lo lamento, porque hubiera alejado el chapapote a tortas. No pudo ser. Lo sabemos todos: a don Manuel le gusta más la pólvora que a un valenciano en Fallas. Y debe de respetársele la afición, faltaba más, no en vano en la derecha contamos con una amplia tradición de tiradores natos. Ya sabes, en la calle, con que se mueva lo que mueve el viento, ya hay más que suficiente. Y esto es catecismo ideológico, Ana. O sea, que lo que te digo va a misa. Bueno, el caso es que, en Galicia, entre Jaime y don Manolo me han montado un pollo descomunal. Don Manolo me ha propuesto que para acallar la rumores hagamos como en Palomares. O sea, que él y yo nos sumerjamos en Muxía y juguemos a la pelota, en plan colegial, con una bola de chapapote. Y, hombre, Ana, imagínate, le he dicho que no. Ya sabes que las heroicidades me atraen, pero, jolines, seguro que al salir del charco los periodistas nos tomaban por primos de Machín. Y oye, Ana, que me retraten con boina puede colar, pues en Quintanilla la usamos para el relente. Pero lo que no puede ser, es que para tranquilizar a los pescadores, yo, el presidente del gobierno, me tenga que disfrazar de antillano. En momentos difíciles, Ana, hay que mantener incólume, sobre todo, la dignidad. Nosotros, los que gobernamos, hemos de saber estar en nuestro sitio. O sea, en casa. Sí, sí, Ana, en casa. Y ya verás por qué te lo digo. Un parlamentario de la oposición me preguntó porque la Nenona y Alejandro no se llegaban hasta Arousa a recoger fuel. No, no, no te me angusties. Ya sé lo que estás pensando: nuestros chicos ya demostraron su apego a Galicia, el verano pasado, con la mariscada que se tomaron en Pontevedra. Por tanto, no hay caso. Pero yo iba a otra cosa. Imagínate, a la vuelta, con los pies llenos de alquitrán, cómo iban a dejar la alfombra de la escalera. Si fueran pastorcillos, mira, ya está bien echarle una mano al prójimo, pero quienes viven en Castellana están obligados a subirse al avión para ir al mercado. Y esto no significa que no puedan ser solidarios como el que más. Anita, por ejemplo, puede convocar a los tunos para que recojan unas monedas en sus capotes y las destinen a reploblar las rías de cangrejos. Vamos, digo yo, porque las cosas que podréis hacer las mujeres por Galicia lo dejo en tus manos. Ya sabes, cestitas de turrón para los damnificados, tómbolas, rifas, lo que se te ocurra. Yo me vuelvo a mis asuntos. Desde luego, pese al chapapote y a Bush, no puedo dejar de ser optimista. Me baso en un somero análisis de los acontecimientos internacionales. Vamos bien y España va bien. Sí señor, aunque le duela a Zapatero. La verdad es una. Y después de lo de Perejil y de los norcoreanos, nuestra supremacía en el mar está garantizada.

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