Ana, cariño, atiende: «Si para quejaros/ acercáis la bocina a vuestros labios/ parecerá vuestro llanto/ como el de las plañideras, mercenario». ¿Que estos versos te recuerdan a León Felipe? Es imposible. Razona: León Felipe no conoció a Mariano. Y yo los he escrito pensando en él, pues Josete Zapatero acaba de darle jaque mate en Cataluña. Así que ya me dirás, con Cataluña ganada para España, Mariano lo va a tener crudo para gallear en corral ajeno, como no sea que se acerque a la frontera con Portugal para apedrear a los portugueses. Y no se lo aconsejo, porque históricamente los conflictos internacionales se nos dan mal. Me dirás que soy un pesimista, pero me atiendo a la lógica: lo que comienza haciendo volar piedras para mantener vivo el más recio espíritu patrio de nuestras tropas, puede acabar con los lusos anexionándose Extremadura o Galicia. ¿Que yo me gané Perejil para la Corona en plan tigre de Bengala, al más puro estilo Rafa Nadal? Es cierto. Cinco sets de muerte y ya está Federer pidiendo la llave del hotel después del primero. Nadal y yo somos así, káiseres invictos en nuestras lides. Lo mío en Perejil fue espectacular. Tanto, que la vieja de la cabra ya se lo ha contado a media frica en cuadernos versificados de a peseta. Pero, Ana, cariño, desengáñate: Mariano carece de mi formación castrense. Jamás le he visto de maniobras en la Casa de Campo. Ya me entiendes: saltándose una zanja de la Telefónica en plan «a mí, Sabino, que los arrollo». Si yo se lo digo en verso: «parecerá vuestro llanto/ como el de las plañideras». ¿Que no te suena a mío? Ana, cariño, te estás pasando con tus reticencias. León Felipe ha bebido de la mejor épica española, como yo. ¿Que puede haber algún parecido entre ambos? Sin duda. Don Francisco le daba un aire, en los andares, a Machaquito y huelga decirte que no intimaron. Pero dejemos de lado a Mariano, ya que con él no hay nada que hacer. Ni en el frente de batalla ni en los despachos. Porque la diplomacia también hace patria, no lo olvides. Bien sabes que yo, con Yordi, hice encaje de bolillos. ¿Que Yordi se venía a Madrid con la cestita de la abuela para hacer la compra? Bueno, no hay que alarmarse. Le daba su poco de chorizo, su botella de leche, sus galletitas... Nada. En concreto, nada. Y a cambio de nada, Yordi nos cohesionaba España. ¿Que el abad de Montserrat le llenaba la cabeza a pájaros con lo de somos una nación? Mira, hablaba con los del ministerio de Cultura para que le organizasen un homenaje a José Pla. Y no se hablaba más del asunto, Ana. Allá íbamos, que tu lo recuerdas, y nos echábamos una plática amistosa con la intelectualidad catalana. Que lo más selecto de ella me come en la mano, Ana. Y todos contentos. ¿Que Caró...? Mira, Caró i Eto'o, en la montaña, con el maquis. Así de claro. En cambio, ahora, Ana, en Cataluña pintan bastos para nosotros. Hablo con franqueza castrense. Te digo lo que pienso: Josete nos acaba de ganar la partida por goleada. Mientras nosotros nos pasábamos la sobremesa de los domingos brindando con gaseosa por lo del boicot al cava, Josete ajustaba el futuro de Cataluña al modelo Vichy. Ya me entiendes, Maragal es Petain y, 'ojito!, que por Barcelona también andará algún Geissler dispuesto a aplicar mano dura. Quiero decir que ahora los catalanes tendrán más autonomía que nunca, pero ninguno bailará la sardana sin previo permiso de Pepe Montilla. Como debe de ser, por supuesto. Los socialistas han recuperado lo mejor de Darlan. Para que me entiendas: potencian las llamadas Comunidades Naturales que viene a ser lo que nosotros, en nuestro acervo, denominamos pluralidad y diversidad de las tierras de España. O sea, que Josete y yo recorremos el mismo camino. Con una sola diferencia: él se cree que camina hacia delante y yo opino que lo hago hacia atrás. Y en el fondo tanto da. Lo importante es que España no se mueva. Ana, cariño, te lo digo yo, que de las cosas de la vida sé mogollón.