Te lo afirmo, Ana, sin titubeos. Desde José Antonio hasta ahora, España ha estado en barbecho. Lo de Franco fue patriotismo, pero estaba falto de poesía. Por esto la revolución se hizo régimen cuartelero. ¿Me explico? El patriotismo es la poética del alma. No sé qué vate lo dijo. Desde luego, era importante. Para que me entiendas: los españoles somos patriotas, y los vascos y los catalanes son nacionalistas. Atención al matiz, Ana. Atención al matiz, que sé lo que me digo. Los patriotas son unos idealistas. Los nacionalistas unos peseteros. Y eso se proyecta en el hacer diario. Los españoles otean los confines del mundo. Los vascos y los catalanes, cuando han mirado más lejos han mirado hacia Burgos. Conque ya me dirás, Ana. Pla lo tenía muy claro. Por eso sirvió a Castilla, no con la espada, pero sí con la pluma, lo cual, entiéndeme, ya está bien en quien usa del ingenio porque no tiene redaños. Por ésas, Ana, qué vamos a pacificar el País Vasco. ¿Que la ertzaintza habrá de emplearse con dureza? Óyeme, Ana, que no me lo digan a mí. La guerra es cosa de hombres. ¿O no...? Que apechuguen, los vascos, con las consecuencias de su cabezonería. ¿No piensan lo que piensan? Pues arreando, que si no pensaran esto sería un vergel. Y se lo advierto: que no se me pongan a hacer la muralla delante de las sedes de Batasuna, que más duro era el cinturón de hierro en el treinta y seis y Mola lo partió en dos. Así que ya sabrán a lo que juegan. Esta mañana me ha llamado monseñor Rouco en busca de información. Quería saber si para Garzón malos pensamientos son pensamientos impuros. Me propuso que, de ser así, no sólo ilegalizáramos a Batasuna, sino que aprovecháramos la coyuntura para detener, de inmediato, a media España. Y, hombre, no, jolines, hasta ahí podíamos llegar. Eso le he dicho. Aunque, claro, si aprovecháramos la bendición de la Iglesia para dejar en la ilegalidad a todos aquellos que piensan cochinadas, España quedaría limpia de cizaña. Se lo comenté a Garzón para saber si a partir de esta precisión eclesiástica sobre los pensamientos impuros, y con todos los pronunciamientos legales y absolutamente democráticos a nuestro favor, por supuesto, podíamos echarle mano a nuestros enemigos. ¿Que a cuales? A Yordi, por ejemplo. Y me dijo que sí: seguro que antes de conocer a Marta, Yordi frecuentó las chicas de Colsada, pues esto era muy propio de los años cincuenta. Así que 'imagínate! Si Yordi es un pecador carnal, no te digo lo que debe de ser Maragal. Sí, sí, santíguate mujer, que en manos de esta gente ha acabado España. Así que deberemos volver sobre el pensamiento de monseñor Rouco, porque apunta a la verdad. Ahora, nuestra urgencia histórica pasa por pacificar las Vascongadas. Y a los vascos. Garzón ha clausurado las herriko tabernas. Conque se acabaron los chiquitos. A la cama con un vaso de leche, Ana. Y para conciliar el sueño, que lean unas páginas de las consideraciones divinas de Juan de Valdés. A los vascos hay que elevarles el espíritu, abrirles puertas al mundo. Monseñor Rouco me ha manifestado que la solución para combatir los pensamientos impuros pasa por convocar una tanda de misiones en cada provincia. Pero, jolines, yo estoy con usted, le he dicho, España será cristiana o no será, aunque no es éste el problema más acuciante de ahora. Pensamientos impuros los tiene hasta mi chófer. Y yo mismo. Ana: cuando bailamos aquello de Julio de «soy un truhán/ soy un señor», en el sesenta y ocho, en Burgos, tuve un impulso varonil, lo reconozco. Pero, en fin, desde entonces me controlo como un San Juan de la Cruz. El hombre es jinete de sus deseos. No sé qué escritor lo ha dicho. Pero lo ha dicho uno de los mejores, ya sabes que leo mucho. ¿Tal vez Pérez Reverte? Bien pudiera, porque este chico promete. Lo de Rouco, Anita, no puede olvidarse. La persecución de los pensamientos impuros sería un magnífico pretexto para separar el trigo de la cizaña. Garzón es un jabato. Te lo cuento. Con un decreto en contra de los que tienen pensamientos impuros, tiene empuje para dictar el auto de procesamiento de Tom y Jerry. Así, sin parpadear. En fin, Ana, empezaremos la limpieza ideológica por las bodeguillas. Garzón las ha precintado por un período de tres años. Ya veremos. Desde luego, o se sirve en ellas pinchos de tortilla española o no se reabren. Te lo digo yo, Ana, tu Josemari. Por cierto, que Rato me ha sugerido que Alejandrito y la niña podrían ganarse una concesión de chiringuitos en la Concha, aprovechando que la gente querrá alguna barra de bar decente en donde echar un brindis. Reconozco que para una parejita que empieza a labrarse un porvenir la oferta es tentadora. Pero yo creo que Alejandro, que laboralmente está que se sale, puede aspirar a algo más alto. A la presidencia del BBVA, por ejemplo. Te lo digo en serio, este chico desde que frecuenta la niña progresa adecuadamente. Y, por supuesto, nuestra Anita no tiene por qué ponerse a cocinar croquetas. En fin, dejo su futuro en tus manos, y yo me vuelvo a revisar mis partes de guerra. Mira que no he dudado en jugármela. Después de lo de Perejil, de madrugada y con viento del sur, no iba a dejarme amedrentar por la Kale Barroka. Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Y ya me entiendes. Mientras tú bordas sábanas para tu hija, tu Josemari marcha hacia el Norte, firme el ademán. Sí señor, lo digo con lenguaje castrense. Y si no hay suficiente para ilegalizar a Batasuna por lo que hace y por lo que dice, nos la cargamos por lo que piensa. Conque no se hable más del asunto, Ana. Tengo conciencia de que aunque entremos a degüello no vamos a hacer víctimas inocentes. El pensamiento es libre, Ana. Por lo tanto, deshonesto. Me lo ha dicho George, que quiere proponer, en los foros mundiales, que el hombre se vuelva mico. Así que nuestra acción en contra del pensamiento se ajusta a las más estrictas leyes del derecho internacional. Los malos pensamientos son algo inherente al ser humano. Ya te lo he dicho: monseñor Rouco afirma que malos pensamientos son pensamientos impuros, y me conmina a que sea implacable con los enemigos de Dios y de España. Ya veremos, no vamos a capar la cabaña viril para satisfacer a un curita, digo yo. Pero él erre que erre. Quiere resucitar el espíritu del cardenal Segura. Y su Santidad pretende beatificarme. Le he dicho que no: que no me veo, el día de mañana, paseado en procesión por Quintanilla de Onésimo como un San Antonio. Además, si hago carrera en la Iglesia, igual a Garzón le corroe la envidia y me enemisto con uno de los más activos colaboradores que tengo en la defensa de los derechos humanos. Garzón mira lejos. Y sé lo que me digo. Si tiene que empaquetar a un dictador, deja a los de casa y lo busca sudamericano. 'Fíjate si mira lejos! Ahora le habremos de dar un premio por la ilegalización de Batasuna, aunque él no lo quiera, porque todo cuanto hace es en estricto cumplimiento del deber. Mira lo que te digo: le comento lo de Rouco sobre los pensamientos impuros y si se lo coge como cosa suya, igual me ilegaliza a Yordi y a toda la izquierda a excepción de Zapatero, por supuesto, que a éste que no me lo toquen, que es una ovejita lucera. Puede hacer un gran trabajo, Garzón, si se alía con la Iglesia. Luego, que le nombren párroco de Covadonga. Sí, sí, Ana, sé lo que me digo. Será mejor que canalice sus ambiciones hacia el papado que hacia la presidencia del gobierno. Lo tiene más fácil. Su Santidad ha envejecido horrores. Y yo... ¿Que me voy a ir? Bueno, Ana, aún no me he ido, jolines. Y, si me voy, antes de Garzón están los amigos.
Parla Aznar (Ana de testimoni)
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